EL PODER DE LA ORACIÓN, rompe los límites
La noticia que la enfermedad no tenía cura, la llenó de pánico. Miró incrédula, una y otra vez, el parte médico. No podía creerlo. El especialista volvió sus ojos a otro lado. Comprendía el dolor de la mujer. Decirle que unas pequeñas tumoraciones ponían en peligro su vida y que, además, la ciencia no podía responder, le llenaba de más tristeza. Compartía su dolor.
--No puedo asegurárselo, pero si busca tal vez en otro país; no se, es probable que la ciencia esté más avanzada que en Bolivia—musitó quedamente.
Laura lo miró con una mezcla de rabia y desconcierto. Segundos antes le había dicho que el mal no tenía remedio y ahora, se lo decía pero de otra forma, como tratando de minimizar el impacto.
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